En fin, tal y como prometí contaros, el día uno de junio iniciamos la aventura de hacer, andando lógicamente, el Camino de Santiago, desde la ciudad portuguesa de Valença do Minho, bonita ciudad, aunque no pudimos verla por escasez de tiempo.
Salimos de Badajoz hacia la ciudad de Elvas(Portugal) a la ocho de la mañana, y en esa ciudad tomamos un autobús que nos llevo hasta Lisboa y después hasta Valença do Minho con transbordo en la ciudad de Coimbra. Como ya os digo, 13 horas de viaje para hacer seiscientos y pico de kilómetros. Llegamos a nuestro destino y ya en ese momento comenzamos a caminar con dirección a Tui y al pasar por delante del consulado de España, solicitamos que nos sellasen nuestra credencial de peregrino, negandose con la escusa de que no sabían donde tenían el sello, ya en nuestra Galicia, donde llegamos aproximadamente a la diez de la noche fuimos al albergue para hospedarnos en el. Los albergues bien, su cuidado, desastroso, había otros peregrinos, pero no hospitalero, y desconocían si lo había ya que el albergue estaba abierto pero sin ninguna persona responsable según nos dijeron otros compañeros. A la llegada, cogimos cama, nos duchamos, eso si con agua fría, cenamos y después de un rato de charla con los otros peregrinos nos acostamos para descansar para el día siguiente que nos llevaría hasta Redondela.
Por cierto recuerdo para cuatro peregrinos de Bilbao y un brasileño, gente muy simpática.
Salimos de Badajoz hacia la ciudad de Elvas(Portugal) a la ocho de la mañana, y en esa ciudad tomamos un autobús que nos llevo hasta Lisboa y después hasta Valença do Minho con transbordo en la ciudad de Coimbra. Como ya os digo, 13 horas de viaje para hacer seiscientos y pico de kilómetros. Llegamos a nuestro destino y ya en ese momento comenzamos a caminar con dirección a Tui y al pasar por delante del consulado de España, solicitamos que nos sellasen nuestra credencial de peregrino, negandose con la escusa de que no sabían donde tenían el sello, ya en nuestra Galicia, donde llegamos aproximadamente a la diez de la noche fuimos al albergue para hospedarnos en el. Los albergues bien, su cuidado, desastroso, había otros peregrinos, pero no hospitalero, y desconocían si lo había ya que el albergue estaba abierto pero sin ninguna persona responsable según nos dijeron otros compañeros. A la llegada, cogimos cama, nos duchamos, eso si con agua fría, cenamos y después de un rato de charla con los otros peregrinos nos acostamos para descansar para el día siguiente que nos llevaría hasta Redondela.
Por cierto recuerdo para cuatro peregrinos de Bilbao y un brasileño, gente muy simpática.
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